Hidrogenesse en el Museo Cerralbo

Cuando el Marqués de Cerralbo encargó que le construyeran una sala de conciertos en su palacio al mejor estilo barroco para disfrutar el minué, no creo que ni remotamente pudiera intuir que dos músicos como Carlos Ballesteros y Genís Segarra fueran a terminar tocando allí. No obstante, de haber tenido la oportunidad, seguro que le hubiera gustado escucharles porque, en una muestra de genial polivalencia, Hidrogenesse se adaptaron a la perfección a un escenario compuesto por espejos gigantes, columnas doradas, relojes con Venus, y frescos de sugerentes ninfas semidesnudas.

Hidrogenesse Cerralbo

La idea de acercar la música pop a los museos, es una iniciativa del Cerralbo, Museo del Romanticismo y Radio 3, curiosa simplemente por los recintos en los que sucede, y muy apetecible si el grupo que la protagoniza prepara algo especial para el concierto. Hidrogenesse no podían fallar en una cita tan especial, así que ofrecieron un set adaptado en la medida de lo posible a un concierto de cámara, con Genís al piano y Carlos cantando y haciendo algún ruidillo con el sampler.

Comenzaron con un tema muy oportuno para el ambiente en el que estaban, “Góngora”, para continuar contemporizando el ritmo con “El árbol”, “Vuelme conmigo a Italia” o “Moix”, el tema basado en un texto de Terenci Moix. Si con los medios tiempos el formato funcionaba, la prueba de fuego iba a venir con las canciones más bailables, “No hay nada más triste” y “Disfraz de tigre”, con las que también se atrevieron. Genís aumentó la velocidad del piano y Carlos dió un brillante recital jugando con su voz y manteniendo el ritmo en todo momento.

Llegando al final del concierto y tras entregar un paquete Austrohúngaro a un comprador madrileño, Hidrogenesse aprovecharon para estrenar con bases una canción que habían preparado para un proyecto que finalmente se ha cancelado, titulada “Un Beso para despertar a Alan Turing, matemático, criptógrafo, filósofo inglés y precursos de la informática, que decidió quitarse la vida comiendo una manzana envenenada (creía más en Blancanieves que en Dios), cuando, como recompensa por haber descifrado el código Enigma del ejército alemán de la IIWW, el Gobierno británico le ordenó recibir inyecciones de hormonas como “cura” para su homosexualidad. Como cierre, y de nuevo con bases, otro tema muy acorde con el ambiente, “Schloss” (castillos).

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